martes, 17 de noviembre de 2009

Nosotros y la ortografia (Causas y consecuencias de los errores ortográficos de nuestras vidas)

Ponencia presentada en La Sorbona, en ocasión de la invitación efectuada por la cátedra Semiología de los hechos intrascendentes.

Presentación a cargo de la flamante escritora Ana Paula Marangoni:

Mientras muchas mujeres y muchos hombres creen que no han encontrado aún la pareja perfecta por cuestiones meramente sentimentales, les recomendamos que lean atentamente y que difundan la investigación realizada por la doctora Peralta, licenciada en Lingüística y doctora en Sociología, quien actualmente dicta el seminario “Gramática de las relaciones amorosas” aleatoriamente en las universidades de Harvard, Yale y Oxford.
La doctora ha realizado una minuciosa investigación en la que se descubren formas absolutamente erróneas de tratar el vínculo entre el hombre y la mujer. Hallar la media naranja, el amor de la vida o la horma del zapato, no depende del signo zodiacal que nos guíe, ni de la gravedad de nuestro Edipo, ni del color del aura, ni del sutil trabajo de alfileres que nos hizo un ex despechado (Ver Diccionario de ex, de mi autoría). Ni siquiera depende de las afinidades basadas en códigos culturales, conocimientos comunes o experiencias compartidas.
El problema por el que es tan difícil que hombre y mujer concreten una vida llena de felicidad y perdices es (y presten mucha atención) ortográfico. Sí, señores, netamente ortográfico.
El gran descubrimiento de la doctora es que no sólo las palabras, sino también las personas se clasifican según su acentuación: hay entonces personas agudas, graves, esdrújulas y sobreesdrújulas.
No dilato más mi introducción, y le doy la palabra a ella, eminencia en acentos humanísticos.
(Aplausos)

Palabras de la doctora Peralta:

Ante todo, me gustaría comenzar agradeciendo el espacio que bondadosamente me han cedido para exponer esta revolucionaria teoría, y la maravillosa presentación a cargo de la colega Marangoni. Sin más, vayamos al grano.
Muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas nos hemos preguntado para qué nos sirve aprender a clasificar palabras de acuerdo al incierto lugar en el cual recae una insignificante rayita que hemos dado en llamar tilde o, sencillamente, de acuerdo a la fuerza con que nuestras cuerdas vocales profieren una determinada sílaba. Pues bien, la presente investigación, basada en los fehacientes datos aportados por filósofos desocupados que duermen a las puertas del MIT (Massachussets Institute of Technology) arroja datos esclarecedores que nos permitirán develar el segundo misterio que preocupa al hombre contemporáneo (el primero es para qué nacemos): para qué estudiamos reglas de acentuación. Asimismo, este trabajo brindará a los docentes las armas necesarias para imponer sus clases sobre acentuación sin la menor resistencia por parte del alumnado. Finalmente, nuestra teoría nace con la ambición de que hombres y mujeres puedan abandonar ciertas creencias de corte animista o esotérico que francamente no le hacen nada bien a las relaciones humanas, por no hablar de las rancias costumbres que impone la virtualidad.
Para dar inicio al desarrollo de esta hipótesis, me gustaría citar al gran Joan Manuel Serrat, quien en ocasión de la presentación de su palindrómico alter ego (Tarres), lo definió con las siguientes palabras: “…En fin, él es esdrújulo en sí mismo. Le encanta ser esdrújulo. Yo le pregunto siempre por qué quiere ser esdrújulo… Sonríe y se va”.
Pues bien, ¿cómo sería una persona esdrújula?
Fantástica. Auténtica. En ocasiones, libérrima en cuestiones eróticas. Noctámbula y, bajo circunstancias especiales (muy especiales), romántica. Excepcionalmente una persona esdrújula puede mostrarse tímida, hasta rígida o melancólica, pero estas no son más que fútiles máscaras con las cuales los esdrújulos pretenden hacerse pasar por seres cándidos.
Relacionarse con este tipo de personas en general suele resultar algo tóxico, pero, para ser del todo francos, no es fácil escapar a los mágicos encantos de un esdrújulo. Aunque de algunos de ellos se diga que son funámbulos alcohólicos con cierta tendencia a terminar sus rondas noctámbulas de un modo patético: regados en vómito y balbuceando cosas en un idioma muy próximo al sánscrito) ¿Quién no ha soñado con modificar esos hábitos indómitos por la fuerza del amor? ¿Quién no ha querido redimir a un esdrújulo? Tarea titánica, si las hay, no han sido pocas las graves que han perdido los estribos en medio de tan noble causa, pero esa, por el momento, es harina de otro costal.
Las profesiones ideales para esta clase de personas son: músico, astrólogo, diplomático, climatólogo, enólogo, fotógrafo, meteorólogo y por lo general todos los ólogos que se les ocurran.
Los esdrújulos tienen una especie de relación particular con los sobreesdrújulos. Nada peor para un esdrújulo que la aparición sombría de un sobreesdrújulo en su límpido horizonte. Cuando esto ocurre, el esdrújulo cambia de actitud rápidamente, deja de ser un tipo relativamente macanudo para convertirse mecánicamente en un ser competitivo y vil. El asunto pasa (como todos podrán adivinar) por ver quién la tiene más larga, la palabra, claro está. Sucede que el esdrújulo no se resigna al hecho de que en estos asuntos, por más esfuerzo que haga, el sobreesdrújulo terminará ganando irremediablemente la partida, y esto es algo que el esdrújulo no puede soportar. A decir verdad, últimamente hay varios esdrújulos haciendo terapia por este motivo. Entretanto, y como es natural, los sobreesdrújulos se desentienden del problema fácilmente, saben que ortográficamente, a los esdrújulos únicamente les queda resignarse.
Pero dejemos a estos personajes y sus problemáticas por un rato, y pasemos a conocer a los graves. Tal como la palabra lo indica, son personas serias, en fin, graves. Para decirlo de un modo chabacano, ni chicha ni limonada, están a mitad del camino. Permanecen en un sano, y a veces ficticio equilibrio, entre los lisérgicos excesos de los esdrújulos y la fascinación que puede causar un agudo bien entendido. Van circunspectos por la vida. Parece que siempre estuvieran dando examen y no es fácil sacarlos de esa postura. Afectados, prolijitos, pertenecen a esa clase de personas que pueden llegar a pasar desapercibidas, hasta que un día sacan un cuchillo y hacen un baño de sangre. A no ponerse fatalistas ni amarillos, que si bien es cierto que los graves pueden tener un perfil un poco psico, también es cierto que la mayor parte de ellos son inofensivos. Aunque es preciso tener en cuenta que pueden llegar a ser aburridos en exceso, situación más que valedera para desencadenar un drama de alcoba, o la muerte de la pareja por aburrimiento.
Para que no crean que en lo que respecta a los graves todo es negativo, podemos decirles que son excelentes parejas si lo que buscan es llevar una vida apacible y sin sobresaltos. Las medias en los cajones (ordenadas en forma decreciente de acuerdo al tono del color) y los calzones doblados. Una vida peronista: de la casa al trabajo y del trabajo a casa, los domingos en familia y por las noches la vuelta al perro, besito y a la cama. El álbum de fotos ideal para mostrar en reuniones de sociedad y ante amistades ponzoñosas. Así que a no desesperar, que los graves tienen sus ventajas para quienes saben apreciarlas, que al fin y al cabo, hay gustos para todo.
Dentro de esta clasificación contamos con profesionales tales como abogados, contadores, profesores, corredores, viajantes, administrativos, bancarios, militares, etc. Pero atención, mucho cuidado con los contadores, en ocasiones pueden camuflarse y hacerse pasar por agudos, presentándose al grito de : –¡YO SOY CONTADOR!
En este caso lo que vale es recordar que nada es más gravemente aburrido que un contador, de esa forma evitaremos todo tipo de embustes.
Ahora pasemos sin más dilación a conocer a los agudos. Un agudo es, ante todo, una persona sagaz, sutil. Los agudos poseen cierta tendencia a la rebelión (generalmente justificada) y van en pos de aquello que les produce satisfacción (sea lo que sea). En ocasiones pueden pecar de hacer ostentación de su agudeza. Les interesa salir de lo común, es por eso que quienes conocen a un agudo por primera vez, tal vez puedan pensar que el susodicho está incurriendo en el pecado de la vanidad, al mostrar tan impunemente su erudición.
Ante todo admitamos que practicar el sano ejercicio de la comprensión con un agudo puede ser toda una complicación. Hay, para qué negarlo, ciertos agudos que son toda una contradicción.
La mayoría de los agudos apela a la razón y se aferra a ella con uñas y dientes, por eso es que en más de una ocasión los agudos pierden la dirección, y les resulta imposible tomar cualquier tipo de decisión. Buscan alcanzar la perfección mediante su pensar y, embarcados en esa empresa, suelen dejar de lado a su corazón (o intentan pensarlo, que es peor). Ésa es su perdición, cuando la razón se torna casi una adicción.
Usualmente el agudo es un ser capaz de amar con abnegación, aunque raras veces lo vaya a demostrar, por padecer de una importante timidez. Esto explica su habitual cerrazón en materia sentimental. En estas cuestiones, el agudo es, por decirlo mal y pronto, un cagón. Necesita, ante todo, un buen empujón, una señal, como quien dice. Si se trata de un cartel de una dimensión más que considerable, y con un nivel importante de exposición, es mucho mejor. Dado que en el caso del agudo, no solamente hay que batallar contra la timidez, sino también contra la palmera, todo tiene que ser presentado con claridad, sin dejar lugar a dudas, la duda lo lleva a pensar, y ahí todo vuelve a empezar. (Sobre la univocidad de los mensajes y los desencuentros comunicativos en el siglo de las comunicaciones os remito al trabajo de la doctora Marangoni: Motivos de una mujer para no creer que ese hombre no está enamorado de ella).
El agudo bien entendido puede llegar a deslumbrar, generando una gran atracción entre quienes gustan del humor ácido. En ese caso, nada mejor que un agudo, conocido popularmente como el limón de la carcajada. El agudo también sabe cómo brillar y darle sabor a una discusión inteligente, abriendo el camino hacia una meditación que lleve a una conclusión profunda, porque ante todo, el agudo es un intelectual. A pesar de ello, los agudos saben muy bien cómo disfrutar de un buen momento de diversión, y se anotan en cualquier tipo de festín. Son dueños de una gran imaginación que les permite dedicarse a tareas vinculadas con el arte (editor, narrador, escritor, pintor, escultor, actor, etc.).
Habiendo conocido las diferentes tipologías, veamos ahora cómo se interrelacionan en el plano amoroso.
Los Esdrújulos pueden lograr una convivencia pacífica con otros esdrújulos. Irán juntos a fiestas de la farándula, se mostrarán, excéntricos en eventos públicos. Íconos del éxito, para ellos, ser fantásticos es un hábito. Esta dinámica puede funcionar, si ambos son auténticamente esdrújulos (en caso de que alguno de los esdrújulos descubriera su ascendente grave, las cosas podrían complicarse, como veremos enseguida). Si la autenticidad esdrújula permite que la relación funcione, el resultado puede ser el de una pareja frívola, que derrocha júbilo con ínfulas de estar siempre en la cúspide.
Los sobreesdrújulos suelen entablar relaciones duraderas y amorosamente estables con los esdrújulos, convirtiéndose en los terceros en discordia, y ganándose, una vez más, el odio de los esdrújulos.
Los graves tienen, en ocasiones, cierta tendencia a ir tras los esdrújulos, es que los pobres a veces se aburren de sí mismos, y buscan un complemento. El caso es que cuando los esdrújulos advierten esto, huyen despavoridos. No podrían estar junto a un grave ni con toda la buena voluntad del mundo. Claro está que para que nadie pierda las esperanzas, se han inventado las excepciones, y es por eso que una pareja entre un esdrújulo y un grave podría funcionar si y sólo si el esdrújulo se encuentra en rehabilitación a causa de alguno de sus excesos. En tal caso, nada mejor que un grave para poner algo de orden en la vida esdrújula.
De más está decir que los graves son perfectamente compatibles entre sí, conformando eso que hemos dado en llamar: RETRATO DE UNA FAMILIA CON PERRITO. Esto es, parejas sin fisuras (al menos a la vista). En cambio, la relación entre los graves y los agudos no es la mejor. Los agudos no soportan la llanura de los graves, sus vidas sin conflicto ni profundidad. Se aburren con un grave, y se ofenden un montón frente a los vanos esfuerzos de ciertos graves por parecer agudos. Sin embargo, como siempre, todo tiene un punto de inflexión, donde hay lugar para una excepción. Tal es el caso de un agudo que, atosigado por su cerebro, decidió unirse a una grave con el fin de llevar una vida normal y menos atormentada, intentando, ante todo, priorizar sus sentimientos, para llegar a ser feliz.
Vale decir que los agudos también suelen caer rendidos a los pies de los esdrújulos, quienes ejercen sobre estos una especie de insana fascinación. Los esdrújulos encienden la pasión de los agudos, ya que para ellos representan la liberación de las ataduras de la razón. Esto es así porque los esdrújulos van por la vida esquivando todo tipo de complicación. Se acentúan siempre para no detenerse a pensar dónde llevan el acento o si están amparados por alguna excepción. Son llanos para las reglas, no se interesan mucho por las sutilezas de la pronunciación. En cambio, los agudos, son muy afectos a las reglas de acentuación. Para ellos es casi como una tradición hacer portación de acento. Más que nada, aman poner las tildes sobre las íes, y ahí es cuando irremediablemente se pudre todo: el esdrújulo, ajeno a las fútiles elucubraciones del agudo pone nuevamente pies en Polvorosa y huye despavorido. Es por eso que desde aquí sostenemos que la relación entre un esdrújulo y un agudo puede funcionar en tanto al agudo no le de por agudizar su genialidad y el esdrújulo haya entrado en una suerte de etapa abúlica, por la cual ya no le interese convertirse en el faro de un mundo frívolo.
A muy grandes rasgos, ésta sería la forma en que los diferentes acentuados se relacionan entre sí. Sólo nos resta por conocer qué pasa cuando cupido flecha a dos agudos, para eso, me gustaría cederle la palabra nuevamente a mi colega, Ana Paula Marangoni, quien como yo, se reconoce como una mujer aguda.

Palabras finales de la presentadora:

Lo más complejo, luego de la comprensión de esta exhaustiva descripción, es reconocerse a uno mismo en la correcta clasificación. (Yo, como mujer aguda, he querido pasar muchas veces por esdrújula, y además he tenido la muy mala desgracia de cruzarme con muchos hombres graves, y algún que otro agudo, combinación siempre indeseable, la de un hombre y una mujer agudos, que casi irremediablemente culmina en una lluvia de objetos, en el mejor de los casos. Esta combinación suele además incluir los más increíbles casos de estafas post matrimonio, venganzas, o peleas que continúan a lo largo de toda la vida, con la misma efusión con la que antes se mantuvo el vínculo amoroso.)
Una vez que la persona ha llegado a su correcta clasificación ortográfica, es importante que analice minuciosamente a la persona amada para poder clasificarla correctamente. La doctora, en algunos casos, se encarga de asesorar a los dudosos personalmente (dudosos entre los que me cuento debido a que mi agudeza cuenta con un ascendente esdrújulo, y algunos estados de ánimo me empujan a la gravedad), ya que es importante contar con un profundo conocimiento gramatical, en especial cuando la persona es una excepción a la regla.
Por eso, si puede atender a esta recomendación, no pierda más tiempo comprando horóscopos, consultando el tarot, pagando a brujas, chamanes, líderes espirituales, o curanderos. Cómprese un buen libro de gramática, y todos sus problemas amorosos se verán a la brevedad solucionados.

9 comentarios:

Taller de Canto dijo...

genial!
debería estar trabajando, pero no pude evitar leer el largo texto hasta el final!!!

necesito saber a qué categoría pertenezco, estoy confundida entre aguda y esdrújula! lo que sé con certeza es que no soy grave. por suerte.

felicitaciones a las licenciadas!

pía (mi nombre en qué categoría entraría?)

veredas rotas dijo...

Queridísima Pía, debo aún consultarlo con la doctora Peralta, que es la experta es el tema. Por mi conocimiento gramatical, y por lo que la conozco a usté, yo diría que su caso es muy similar al mío. Es decir, es usted una mujer aguda con ascendiente esdrújulo, aunque aquí nos metemos en un escollo de la teoría, porque el esdrújulo es nomá esdrújulo y no otra cosa. Lo que yo creo es que con el tema de los acentos a los agudos a menudo nos confundimos, y como rosqueamos mucho, siempre nos parece que somos otra cosa. Yo diría que nomái es usté una aguda de pura cepa.
Pero faltan las palabras mayores de la doc, que a la brevedad dará su opinión.
Muchas gracias por la consulta!!!!
saludos, Pía (yo también mirá, siendo aguda tengo nombre grave, que vamos a hacer...)

german dijo...

Es EXELENTE!!!! Esclarecedor, hecha luz sobre el sentido aporético de las relaciones humanas.
Creo que soy agudo con los vicios del esdrújulo.

Les mando un abrazo.

Germán

veredas rotas dijo...

jajaj sí, agudos con vicios de esdrújulos somos varios...
saludos!!!!

The champions dijo...

Dos potencias se juntaron!!!
Saludo con gran algarabía esta yunta.
Fede.

veredas rotas dijo...

muchas gracias señor!
usté ya sabe que es?
saludos!!

Daniela dijo...

Estimada Pía, la respuesta llega tarde, pero seguro, como buena aguda que soy, estaba enroscándola lo suficiente, y después de tanta vuelta, aquí va.
En principio, no te preocupes por las características graves de tu nombre. Hay una cierta tendencia, que intuimos tiene que ver con convenciones sociales, a poner a los niños nombres graves al nacer. De esa manera se mantiene un statu quo social.
En cuanto a tus dudas, entre la agudeza y la esdrujulez. Debo decirte, que no necesariamente hay características puras siempre. Por lo general se trata de una combinatoria. El tema pasa por saber cuál de las dos predomina, para ello, debes preguntarte si estás más cerca de una existencia plácida, con pocos límites, en la cual todo te importa un rábano. O si tu camino es el de la meditación (antes que la acción), cierta seriedad que te convierten en una persona de fiar y la franca diversión. Espero haber sido de ayuda! Gracias por dedicarnos el tiempo que deberías haber dedicado a tu trabajo!!!!
Germán, gracias por pasar por este barrio, y sí, los vicios de los esdrújulos son los mejores!
Saludos!!

Daniela

Anónimo dijo...

Querida Aneta:
bravo!!!
debiera estar trabajando, pero el temita de la ortografía me tentó mucho, así que no tuve más remedio que leer.
yo qué seré? carajo que es complicado definirse...
Hasta hace un mes, mi compu marcaba los acentos al revés, es decir, estaban inclinados hacia el otro lado.Dentro de qué categoría estaríamos incluídos los que tenemos la tilde pal otro lao?
pavada de pregunta...muero de intriga!
Felicitaciones!
te veo pronto querida aneta,

Vic

veredas rotas dijo...

jajaja
sos hermosa vicky
vos definitivamente entrás en la categoría "locas de atar"
te quiero preciosa!!!
gracias por frecuentar estas veredas!